a mi padre, que murió soñando con un mundo más justo

martes, 28 de agosto de 2012

los ricos deberían tener miedo




Decía Eduardo Galeano  que "a nadie molesta mucho, al fin y al cabo, que la política sea democrática, siempre y cuando la economía no lo sea". En la actualidad vivimos en una sociedad donde la economía está muy lejos de ser democrática pero la política lo es cada vez menos. Y yo creo que uno de los factores que ayudan a ello es el hecho de que hoy los ricos no tienen ningún miedo, ninguna zozobra. Campan a sus anchas, dan directrices, imponen supuestos consejos, manipulan y especulan, se enriquecen sin vergüenza y lo hacen en un contexto de absoluta seguridad. Son como el animal que está en la cúspide de la cadena alimenticia y no tiene por encima ningún depredador que lo amenace.
De todos modos y por si acaso, esos ricos utilizan el poder democrático para asegurarse de que eso siga así: las personas encapuchadas pueden ser duramente condenadas, una bandera republicana puede ser motivo de multa por provocación, las medidas contra la insurrección social se recrudecen, los mineros en lucha son prácticamente unos terroristas, etc. Son conscientes de que pueden venir futuros estallidos sociales y puede incrementarse la delincuencia social. Hay que proteger la propiedad privada y en esa labor contarán con una gran masa aliada fácilmente manipulable: esa gran clase pequeño propietaria de hay en nuestro país. Les convencerán de que esas amenazas no van contra los grandes ricos propietarios, sino también contra los dueños de una tienda, una casa o un terruño. Ya hemos visto esa historia otras veces.
Es difícil que las cosas cambien si los ricos no tienen miedo, y no lo tiene en absoluto. El movimiento de los indignados, que al parecer no ha desaparecido sino que "está trabajando intensamente en los barrios" nunca supuso para ellos ninguna amenaza, tenía un toque folclórico totalmente inofensivo. Sin embargo, recientemente ha habido una actuación que ha puesto muy nerviosos a muchos: por iniciativa del sindicato andaluz SAT y su líder Sánchez Gordillo, se "compró sin pagar" un buen montón de alimentos en grandes hipermercados que luego se distribuyeron en comedores sociales. Este sencillo acto pacífico tuvo por sí solo mucho más calado revolucionario que mil concentraciones de indignados juntos. Cuestionó la sacrosanta propiedad privada e hizo que muchos alucinaran de pánico con solo pensar que un gesto como este pudiera generalizarse. 
Inmediatamente se puso en marcha un aparato mediático brutal acompañado de declaraciones contundentes de personajes como el ministro de interior o la defensora del pueblo. El mensaje era claro: hay que dar una lección o esto puede desmadrarse. Mientras, echamos toneladas de mierda sobre Sánchez Gordillo y los suyos: "son unos insconcientes, populistas, iluminados, irresponsables" y algunos buscan comparaciones históricas: "como en la República, primero asaltarán los grandes centros comerciales y los latifundios y luego irán a por todos, y nos quitarán nuestra parcela, saquearán nuestra tienda de barrio o colectivizarán mi piso". Me resulta indignante que muchos llamen ladrones a unas personas que cogieron productos de primera necesidad para repartir en comedores sociales mientras que otros roban y especulan sin cuartel, embargan el piso a personas indefensas  o cierran hospitales sin temblarles la mano.
Sánchez Gordillo puede ser un mesías utópico fuera de la realidad, pero coincido con él en que solo las medidas e iniciativas que generen miedo y preocupación en los ricos pueden servir hoy para algo.

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