a mi padre, que murió soñando con un mundo más justo

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miércoles, 19 de marzo de 2014

me siento orgulloso


Yo no me siento orgulloso de muchas cosas de las que hago. Mas bien solo de un puñado. 
Tengo una clara tendencia al individualismo, a ir por libre, defiendo mi libertad personal y de criterio por encima de casi todo y no tiendo a trabajar en grupo. Me cuesta mucho coordinarme y más todavía trabajar en conjunto. Sé que esto último es un defecto y me alegro que no todo el mundo funcione así. Es probable que esa actitud esté relacionada con mi niñez, yo era un niño obediente y trabajador que cuando tenía que hacer un trabajo en grupo veía con irritación como mi hermano y yo trabajábamos y otros aprovechaban para recoger la cosecha.
Probablemente todo esto explique porque no soy muy dado a pertenecer a asociaciones y, menos todavía, a partidos políticos y sindicatos. Nunca he estado afiliado a un partido ni he pagado la cuota de un sindicato. Mi relación con asociaciones es somera, superficial: pago una cuota anual a una asociación de historia con la que mi colaboración se reduce a acudir algunas de sus conferencias y jornadas; además, soy socio de ACNUR, aunque mi vinculación se reduce a una contribución económica mensual. Sin embargo, hay una excepción.


Hace cerca de cuatro años, un 14 de abril, como todos los 14 de abril, me acerqué a recordar a las víctimas republicanas del franquismo en la ciudad de Cáceres y participar en el sencillo acto que organiza la Plataforma Republicana de Cáceres. En el lugar donde creemos que hay una gran fosa común había una lápida en su recuerdo que ese año había sido apartada y casi olvidada, colocada en un rincón, aprovechando una obras. Daba lástima. Ese día mi amigo Pepe y yo hablamos de la pena que nos dio ver aquella lápida tirada de cualquier forma, era lo único que recordaba a las casi 700 personas asesinadas en la ciudad por los franquistas. Otro día Pepe se puso en contacto con Blanca, una mujer casi octogenaria que había publicado un esquela en recuerdo de toda su familia aniquilada por la dictadura (su madre, su padre, tres de sus tíos). Pepe trabajaba conmigo en mi instituto, enseñando también Ciencias Sociales, y un día me dijo, en el departamento: "Juan Carlos, ya sé que tu pasas de todo y no te gustan los "fregaos", pero voy a crear una asociación y tú me vas a echar una mano". Mi primera reacción fue mandarlo a paseo, pero luego me dijo de que iba el tema, él sabía que no me podía negar: "acuérdate de la lápida tirada en el cementerio, son nuestros muertos, murieron por pensar como nosotros, tenemos que conseguir que construyan un MEMORIAL, un espacio digno para su recuerdo". Cuando me tocan los muertos, yo me rindo, me tocan en punto débil, Pepe lo sabía. Además fue listo, me fue metiendo poco a poco, al principio solo quería que montara un blog y lo gestionara para la asociación, luego me metió en la junta directiva, cinco personas que nos reuníamos periódicamente en un bar en un ambiente casi hogareño, como una pequeña familia. Con la autoridad moral de Blanca como presidenta, con el trabajo ímprobo de Pepe, la inestimable participación de María Jesús, profesora de Historia también y nieta de una víctima y la aportación modesta del marido de Blanca, Enrique, y un servidor, pusimos en marcha una asociación sin la que hoy sería imposible entender la próxima inauguración de un MONUMENTO-MEMORIAL EN RECUERDO A LAS VÍCTIMAS DEL FRANQUISMO EN LA CIUDAD DE CÁCERES. 675 nombres grabados en 14 placas, 675 personas asesinadas por la barbarie, muchos de ellos por localizar, enterrados en cualquier sitio o en una fosa común. ME SIENTO ORGULLOSO de haber ayudado a construirlo, es una de las cosas más importantes que he hecho en mi vida. Descansen en paz. 

viernes, 6 de diciembre de 2013

Mandela no fue Ghandi

Mandela y su antigua mujer junto a Joe Slovo, dirigente del Partido Comunista Sudafricano, parte esencial del Congreso Nacional Africano en la época de la lucha contra el Apartheid
Ayer murió Mandela y hoy todo el mundo se ha echado a llorar como si hubiera muerto Blancanieves o Ghandi II. No conozco un personaje histórico más mitificado, convertido de forma artificial en el político ideal y adorado por toda una caterva de bienintencionados y pacificistas simplones.
Mandela es una figura política inmensa y uno de los personajes históricos más importantes de su época, pero fue una figura mucho más compleja que la que algunos se han empeñado en simplificar y reinventar.  Cuando pudo utilizar medios pacíficos, cuando pudo buscar el compromiso, lo hizo, pero cuando esa posibilidad no estaba a su alcance no dudó en utilizar la lucha armada para defender los derechos de la mayoría negra y enfrentarse a la explotación económica y la discriminación racial que sufría.
Lo primero que hay que desmontar es que Mandela sea un líder para todos los negros sudafricanos. En una África donde el peso de lo tribal es muy fuerte, Mandela nunca dejó de ser un jefe Xhosa visto con recelo por los zulúes, mayoritarios en algunas zonas del sureste del país. Fue un ídolo para los Xhosa y para la gran masa proletarizada de negros urbanos pero no para amplios sectores de la sociedad zulú. 
Por otro lado, es necesario matizar su imagen de lider pacifista. Durante muchos años su organización, el Congreso Nacional Africano, luchó contra el Apartheid utilizando métodos violentos que los blancos no dudaban en denominar terroristas. Y no lo hizo solo. En un contexto de Guerra Fría y con EEUU apoyando descaradamente al régimen racista como su baluarte en la zona, el Congreso Nacional Africano contó con la ayuda de los movimientos liberadores de inspiración marxista de Angola y Mozambique. El Congreso Nacional Africano (CNA) era un movimiento de cierta heterogeneidad, en el que participaba activamente el Partido Comunista Sudafricano, cuyo dirigente más descatado fue el blanco de origen judío Joe Slovo, desconocido en Europa, pero considerado en Sudáfrica uno de los padres de la nueva Sudáfica. Sin gente como Joe Slovo, que primero fue jefe de los comandos armados del CNA y luego ministro y partidario de la reconciliación y el perdón, la obra de Mandela no hubiera sido posible.
Lo que hace grande a Mandela, a Joe Slovo, a Chris Hani y a otros muchos, fue que cuando el régimen del Apartheid estaba ya herido de muerte, abandonado incluso por sus antiguos amigos estadounidenses, supieron buscar una salida inteligente e integradora a una situación que podía haberse tornado trágica. Mandela evitó un posible conflicto civil y rehuyó la venganza, construyendo una Sudáfrica fundamentada en la integración y el perdón, pero no en el olvido. Al contrario que nuestra transición, la sudafricana no buscó hacer tabla rasa, enterrar lo ocurrido debajo de toneladas de hormigón. Recordó a las víctimas, abrió museos y centros de memoria de la sinrazón racista a la vez que tendía la mano a todos aquellos que querían construir un nuevo país.
Hoy Sudáfrica está lejos de ser un país perfecto: la violencia, el sida, la persistente diferencia de renta entre blancos y negros, las tensiones tribales y otros muchos aspectos dejan claro que queda mucho por hacer. Pero está claro que si Sudáfrica tiene futuro es porque Mandela y otros muchos lucharon y resistieron primero y tendieron la mano después.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Chávez



Ha muerto Chávez y mis sentimientos son contradictorios. A mí Chávez no me gustaba, era un populista bananero, histriónico; no me inspiraba confianza, no me gustan los militares metidos a revolucionarios que engatusan a los humildes con verborrea antiimperialista, mucha religiosidad popular (tenía a dios todo el día en la boca) y la promesa obscena de un mundo feliz al final del túnel. No me parecía un hombre serio y con un sólido armazón ideológico. Tampoco me gustaba su tendencia hacia el autoritarismo y su egocentrismo, que a veces rozaba el ridículo. Muchas veces me sonrojaba con las sandeces que decía, algunas (pocas) me reía con sus ocurrencias como en aquel memorable discurso ante la ONU.
 Sin embargo, Chávez era también otras cosas. En una Venezuela carcomida durante decenios (quizás siglos) por la avaricia y la inhumanidad de la oligarquía y su fiel ayudante  la clase media acomodada, Chávez fijó por primera vez la mirada en los desarrapados, en los miserables que, siendo mayoría, siempre habían permanecido en un rincón, con la cabeza gacha, abandonados, despreciados. Esos "muertos de hambre" siempre le fueron fieles y le permitieron ganar repetidas elecciones por amplia mayoría. Cuando la oposición de blanquitos acomodados atacaba a Chávez y le acusaba de dictador a mi me crecía la indignación: yo me preguntaba ¿quiénes eran ellos para cuestionar la democracia de Chávez y su control (evidente por otra parte) de la propaganda y los medios de comunicación? esa oligarquía blanca acomodada no puede dar lecciones de democracia a nadie porque nunca la practicaron en esa larga eternidad en la que controlaron el poder, tampoco pueden dar lecciones de lucha contra la corrupción porque ellos la practicaron de forma ominosa mientras los pobres no tenían nada, ni pan ni dignidad. Chávez es una consecuencia de esa Venezuela inhumana y oligárquica que tan poco se preocupó de la gente sencilla, sin la desvergüenza de los ricos no hubiera aparecido un iluminado que arrasara en las urnas. Puede que sea un cantamañanas, pero Chávez es su cantamañanas, el cantamañanas de los que no tienen. Cuando él llegó al poder fue la primera vez que los sin nada se sintieron identificados con un presidente en Venezuela.
Hoy, cuando veía el cortejo fúnebre presidido por el vicepresidente Maduro y por Evo Morales, sentí cierta emoción, pero no la sentí por Chávez, la sentí por los miles de venezolanos de clase baja, gente sencilla, que honraban su cuerpo y que ahora que su mesías se ha ido quedan de nuevo expuestos al poder omnímodo de la oligarquía de toda la vida, esa que los llamaba monos y los trataba como animales.

viernes, 29 de octubre de 2010

Marcelino Camacho


Somos muchos los que hoy lloramos la muerte del legendario sindicalista y líder comunista. Ayer mismo, hablaba de él con mi pareja sin saber que su fallecimiento estaba próximo. Estábamos cenando mientras veíamos el telediario y le comenté que una de las pocas personas del mundo de la política que merecía mi aprecio y admiración era Marcelino. Perdió su juventud en las cárceles franquistas y fue una persona intachable. Mientras otros (Carrillo o La Pasionaria) cortejaban al estalinismo y dirigían el movimiento comunista desde un exilio dorado, manejando las piezas de la ajedrez desde la distancia, Marcelino no hizo purgas ni cazó osos con Ceaucescu. Él estaba dentro, en las trincheras, fundando Comisiones Obreras y tragando humillaciones y cárcel. ¡Y que decir de su vida!, nunca se doblegó, ni siquiera cuando le intentaron someter a la nueva vía descafeinada que adoptaba su sindicato, tuvieron que expulsarlo de la presidencia; siguió viviendo en su pequeño piso de Carabanchel y recibiendo a los periodistas sentado en una vieja mesa camilla, vestido con un jersey de lana tejido por su mujer Josefina (con él en la foto). Marcelino está ya en el cielo de los ateos, que es el cielo del recuerdo y la memoria.


miércoles, 22 de septiembre de 2010

buena gente


Quiero recordar a un buen hombre se que fue hace unos días. José Antonio Labordeta fue profesor, poeta, viajero, político y cantautor. Su canto a la libertad es todo un himno y todo un símbolo, como lo fue su persona. Fue símbolo de honradez, sencillez y compromiso. Aunque recordado por su respuesta en las Cortes a las burlas de la derecha más intolerante, fue mucho antes un luchador antifranquista infatigable y un hombre íntegro en tiempos difíciles; pero, sobre todo, siguió siéndolo después y no cambió como hicieron otros.

sábado, 19 de junio de 2010

haz lo que debas (despedida a José Saramago)




Hoy he hecho lo que debía. Me he ido a Lisboa a despedirme de José Saramago, y no lo he hecho solo. Esta mañana estaba planchando mientras oía en la SER hablar de lo que había supuesto la conciencia y la obra del querido escritor portugués y me emocioné escuchando a los oyentes sobre lo que para ellos había supuesto su vida y su muerte. En la web de la Fundación José Saramago aparecía el horario en el que estaría abierta la capilla ardiente. Empecé a darle vueltas a la idea, ¿por qué no me voy a despedirlo? por pocas personas hubiera recorrido 700 km, por el autor de Memorial del Convento sí. Mi hermano me falló como acompañante, no podía aunque quería; pensé en mi compañero y amigo Martín, muchas veces habíamos hablado sobre nuestro amor por Portugal y nuestra admiración por el Premio Nobel, recordé que él lo leía también en portugués. Le llamé a Badajoz, no pudo decirme que no; solo tardó veinte minutos en decirme que sí.

Comenzó entonces un gran día. A las cinco estábamos en Lisboa, cruzando el soberbio Puente 25 de abril y admirando la belleza de la capital portuguesa. Parada rápida en la librería Bertrand en Chiado para comprar en portugués Memorial do Convento. Antes de las 6 de la tarde ya formábamos parte de la cola ante la Cámara Municipal, con la bandera lisboeta a media asta (ver foto), cada vez más nerviosos; el ambiente tranquilo, el portugués es sosegado, nada ruidoso. La cola se movía rápido, entablamos conversación con una pareja portuguesa, pocas palabras pero suficientes, admiraban su obra, no faltaba un solo libro de Saramago en su biblioteca. Con respecto a su faceta militante y comprometida se mostraban precavidos, parecían no querer mostrar sus cartas, por si acaso. Daba igual, alguien que tiene toda la obra de José es difícil que no comulgue, al menos en parte, con su concepción del mundo.

Subimos las escaleras del Palacio Municipal, era emocionante para los que hubiéramos dado mucho por conocerlo en vida y ahora nos conformábamos con despedirlo ya muerto. Cuando nos tocó entrar en el salón principal donde estaba su féretro nos sorprendimos, no había cristal, estaba allí delante de nosotros, el autor de Alzado del Suelo. Nos tocó situarnos delante, nerviosos, ojos vidriosos, compujidos. No recuerdo que hizo Martín, en esos segundos solo recuerdo que yo levanté el puño izquierdo y le lancé un beso. Cuando nos retirábamos volví a levantar el puño en señal de adiós. Esperamos una nueva cola, ahora para firmar en un libro y poner unas sentidas palabras. Al salir el señor que habló con nosotros en la cola inicial nos esperaba para despedirse y desearnos boa viagem; atentos y educados, así son los portugueses.

Paramos breve tiempo en la Praça do Comercio, Martín compró un brinquedo (juguete) sencillo, de los de antes, para su niña y nos encaminamos por Baixa hacia el coche, por las mismas calles que el protagonista de Sostiene Pereira (maravillosa obra no de Saramago, sino de Tabucchi) recorrió por última vez antes de abandonar su amada Lisboa. Una última parada en un pequeño café con terraza junto a la Praça Marqués de Pombal y vuelta para nuestra tierra, también en esa Iberia que tanto quiso José. Mientras recorrimos Lisboa, pudimos ver las banderas a media asta, en centros oficiales, hoteles, teatros; esta vez no honraban a gobernantes, deportistas o grandes artistas, honraban al nieto de un jornalero de Azinhaga.

Aquel que no se haya emocionado nunca con las palabras del escritor de Todos los nombres y no haya conocido su obra, puede pensar que hemos hecho una tontería. Pero nosotros creemos que hemos hecho lo que debíamos.

viernes, 18 de junio de 2010

hasta siempre, José

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Hace unas horas todavía no sabía que se estaba muriendo un hombre bueno y sabio. Escribí una entrada sobre la frivolidad del mundo del fútbol sin imaginar que en un pueblo canario un gran ser humano dejaba de respirar. Después me fuí a comprar y a hacer unas gestiones. LLegué a casa a las 14.30 y Raquel me dió la noticia. No me la esperaba; José Saramago era uno de esas personas que crees que seguirán desafiando a la naturaleza y nunca dejarán de vivir.

Hoy es un día muy triste. José era un referente para muchos de nosotros, sin él nos sentiremos mucho más solos en esta mierda de mundo que se nos viene encima. Era un referente como escritor y como persona. Los "mercados", los banqueros, el FMI y la burguesía avariciosa hoy pueden estar contentos, uno menos, y, además, de los fuertes, de los que molestan y se les oye por todo el mundo. Se acaba una etapa, y en la próxima ya no habrá conciencia, ni lucha, ya no interesará la igualdad social y económica. Los últimos buenos hombres que con arrojo lidiaron en aquellos años se mueren y dejan de estorbar y de recordarnos que hay que mantenerse en pie, erguidos, alzados del suelo y con los puños apretados.

Para quien quiera leerla, quedará una obra colosal: Alzado del suelo destella dignidad, Memorial del convento nos sumerge en una historia mágica, Ensayo sobre la ceguera nos pone sobre aviso, Todos los nombres nos recuerda que la grandeza está en la gente sencilla, El año de la muerte de Ricardo Reis nos enseña a amar Lisboa y Viaje a Portugal a querer a su país natal, en La balsa de piedra cuestiona las fronteras y en La caverna nos da una lección, en El evangelio según Jesucristo nos cuenta una historia verdadera y en Pequeñas memorias nos sumerge con ternura en su pasado, mientras que en El viaje del elefante vivimos un viaje épico. Son solo algunos de sus libros, los que a mí más me han dejado huella. En su obra se rezuma compromiso, ternura, ironía y, sobre todo, una defensa cerrada de los que no tienen ni tuvieron.

Este blog está dedicado a mi padre, pero también a José y a su abuelo (ver vídeo) y a otros muchos que desaparecieron dejando una inmensa obra no escrita y sin cuya vida este mundo sería mucho peor. Saramago era ateo, como yo, por eso ahora no está en ningún cielo o infierno, está con los que le admirábamos y respetábamos y con los que él siempre defendió. Por eso no le digo hasta pronto, sino hasta siempre, José.