Este compañero tenía un grupo pequeño
de alumnos de 13 y 14 años a los que enseñaba una de esas materias
denominadas “marías”. Decidió encauzarla hacia la educación en
valores. Les ponía películas con mensaje, para pensar, veían
vídeos cortos de diversos temas de interés. En muchos de esos
cortos y películas los niños y adolescentes eran protagonistas y no
siempre terminaban mal, pero siempre invitaban a la reflexión, no
eran puro divertimiento y evasión. Pero la mayoría no quería hacer
nada, ni siquiera pensar. En esta sociedad nos han enseñado a no
pensar, todos los mensajes que recibimos nos incitan a una vida
hedonista, fatua, vacía, desde niños nos hacen recelar de todo lo
que suene a reflexión y a introspección; nos dicen, la vida son dos
días, disfrútalos como si acabaran mañana, consume, ten
experiencias al límite, desbócate, desmádrate, sino eres un
pringao. En esa búsqueda obsesiva de la felicidad no tiene cabida
la enfermedad, la vejez, la pobreza, el sufrimiento. Escuchas a los
adolescentes decir que ellos solo quieren que les cuenten historias
que terminan bien, que les evadan y les permitan escapar hacia un
mundo ilusorio, ¡QUÉ NO EXISTE!. Seguro que oyen a sus padres decir
esa frase tan penosa y triste y tan manida: "yo quiero que me cuenten historias
felices o entretenidas, no quiero historias reales, para eso ya está
el mundo que nos rodea".
Como iba diciendo, este amigo mío veía
cada vez más rechazo en sus alumnos. Estaban hartos de la película
del niño maltratado, del gay discriminado, de la historia de
racismo, de la mujer maltratada. Pero un día el creciente
descontento derivó en una escena lamentable. Cuando
me lo contaba, resultaba tan surrealista que los dos no sabíamos si
llorar o reír. Estaban viendo un precioso video en youtube (que
luego he visto yo y que recomiendo, aquí dejo el enlace) sobre el
intercambio entre un colegio de Malí y un colegio catalán; en él
los niños africanos veían absortos imágenes sobre como era el
colegio español y luego las comentaban con su profesor en su
destartalado colegio. Solo unos minutos después de comenzar el
visionado, un par de alumnas algo conflictivas, que varias veces
habían mostrado su rechazo a la dinámica del aula, estallaron. El
profesor mantuvo el tipo pero no pudo evitar revolverse por dentro
cuando aquellas alumnas empezaron a despotricar de forma desquiciada
contra tanto “vídeo sobre los malditos negros de las narices”,
estaban hartas de ver vídeos sobre valores, pero les molestaban
especialmente cuando el tema era el racismo, la interculturalidad o
el acercamiento a la diversidad. "¡Estamos hartas de negros, no
queremos ver más vídeos de negros, son todos unos vagos y unos
ladrones, que vienen a quitarnos el trabajo y luego llevan ropas de
marca!". Mi amigo se enfrentó manteniendo la tranquilidad a semejante
embate, les recordó que aquellos niños no estaban en España, sino
en un pobre país a miles de km y que esos niños no llevaban ropa de
marca. Os invito a visionar el video como he hecho yo, muchas de esas
criaturas llevaban harapos y eso que es probable que se hubieran
puesto sus mejores galas para la cámara.
Según me dijo mi amigo, la chavala más
levantisca terminó en Jefatura de Estudios y, horas después, le
pidió disculpas. Lo que más dolió a mi amigo no fue lo que se dijo
en ese aula, sino quién lo dijo. Aquellas dos niñas no eran dos
señoritas de colegio privado, una era hija de una familia muy
humilde y desestructurada y otra era de etnia gitana. Simplemente
surrealista. Aquellos que más sufren el desprecio y la
discriminación, el rechazo y la incomprensión, mostraban un rechazo
brutal hacia otros pobres, hacia otros diferentes, hacia otros
abandonados. Era evidente que decían lo que escuchaban en boca de sus padres, pero también es evidente que será muy difícil evitar que en un futuro semenjantes barbaridades no se escuchen en boca de sus hijos.
Mi amigo volvió ese dia a casa y se
sentó delante del ordenador para ver de nuevo el vídeo. La pena le
embargó cuando volvió a ver las caras de esos niños negros, con
que sorpresa veían las imágenes del colegio catalán, la ilusión
que tenían por ser grabados, para ellos era un dia especial. Y se
alegró mucho, pero mucho, de que allí, en Malí, a miles de km, no
hubieran sentido el odio de que destilaban las palabras de aquellas dos pobres
muchachas.
En otra entrada anterior ya hablé de
este tema, los ultraconservadores en el mundo occidental no tendrán
que mover un dedo para protegerse de los extranjeros, de los
diferentes; legiones de pobres autóctonos lo harán por ellos. No se equivoquen, esto
va a ser una batalla entre desgraciados y excluidos.
2 comentarios:
Hola, antes que nada felicidades por el blog. Soy un colega tuyo que trabaja en la Comunidad Valenciana y acabo de descubrir tu blog, llamándome la atención esta entrada. Hace poco he tenido problemas similares en una clase de 3º de ESO y a propósito de la globalización. Intenté responder al argumentario xenófobo contándoles aquello del complejo del cabo primero -que se relaciona con lo que mencionas en tu entrada-; no es el capitán (léase rico) el que "putea" al recluta sino el cabo primero (léase pobre), que está conviviendo con él y necesita reafirmar su autoridad continuamente sobre el que tiene debajo.
Intenté hacerles ver también que la xenofobia se relaciona no con el color de la piel sino con la riqueza de cada uno. Pero no sé si lo vieron; es preocupante el tema
Gracias por detenerte en este humilde blog. Tienes toda la razón, es muy complicado en una sociedad en transformación como esta educar contra la xenofobia y por el respeto mutuo. Muy complicado
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