a mi padre, que murió soñando con un mundo más justo

jueves, 17 de marzo de 2011

una larga travesía del desierto


El otro día fuí a echar gasolina. Después de la operación me acerqué a la tienda a pagar y en ese momento escuché una conversación que me indignó. El gasolinero, que no ganará ni 800 euros al mes, le decía a un anciano que "esto no se soluciona hasta que se vaya Zapatero" y el anciano, a voces, replicaba que a "ese hijo de puta cabrón hay que echarlo a tomar por culo, dos tiros le hacen falta". El gasolinero vio mi cara de estupor ante semejante mamarrachada a voz en grito y se sintió algo descolocado cuando yo le pedí el periódico El País mientras pagaba el combustible. El viejo fascista ya había abandonado el local dejando en mis oídos el eco atronador de su "talibanismo político".
Yo nunca he votado a Zapatero ni a su partido y creo que va a ser difícil que alguna vez lo haga. A pesar de todo, sentí aquellos insultos como si me los hubiera vomitado a mí. Zapatero es un gobernante discutible y discutido, verdaderamente torpe, "torpe como un leño" diría mi madre, pero es honrado y, aunque no coincido con sus planteamientos, está lleno de buenas intenciones. Y el fascista de la gasolinera me recordó que muchos no le odian por su desastrosa gestión de la crisis económica, le odian porque "se apoderó ilegalmente de un gobierno que no era suyo mediante un auténtico golpe de Estado un 14 de marzo", porque otorgó derechos a esa "panda de maricones y tortilleras", porque regularizó y legalizó "el asesinato de miles de niños inocentes", porque está inyectado con altas dosis de "guerracivilismo" y un "ateísmo brutal e intolerante al estilo Revolución Cultural de Mao". Como en la II República, "Zapatero quiere destruir la esencia cristiana del solar patrio". Si esos "talibanes cristianos" opinan eso de Zapatero, ¿qué opinaran de mí y de las ideas que expongo en este blog?, mejor ni pensarlo.
Pero mi encuentro con el viejo fascista me hizo tomar conciencia que lo que nos viene encima. Dentro de un año la derecha de este País se hará con el poder. Si fuera una derecha tipo MerKel o Sarkozy yo podría asumirlo, al fin y al cabo el centro-izquierda descafeinado al servicio de los mercados no es muy diferente, pero en España cuando llegue al poder Rajoy no será lo mismo. Aunque no lo veamos, en su consejo de ministros estarán sentados Rouco Varela y el fantasma de Blas Piñar. La presencia de la ultraderecha y la influencia de la Iglesia más reaccionaria son evidentes en el PP y son un lastre que dificulta la maduración de un proyecto creíble y razonable de centro-derecha. La proliferación de canales incendiarios en la TDT está ayudando a conformar una opinión pública ultraconservadora cargada de odio y llena de nostalgia por el franquismo de la que es buena muestra el talibán de la gasolinera.
Es lógico que para los que, como yo, vemos el mundo desde una perspectiva más a la izquierda del PSOE, el aterrizaje de esa formidable maquinaria política que es el Partido Popular produzca miedo, incertidumbre y desazón. Nos espera UNA LARGA TRAVESÍA DEL DESIERTO. Si Rajoy no comete los errores de Aznar, permanecerá largo tiempo controlando los destinos del país. Mientras, es probable que algunos tengamos que refugiarnos en las catacumbas, donde aguardaremos tiempos mejores manteniendo viva la llama de la resistencia y luchando con la palabra por una sociedad verdaderamente democrática y laica, fundamentada en la tolerancia, la igualdad social y la diversidad cultural y lingüística.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esperar con los dedos cruzados, al fin y al cabo, es lo que nos queda. Estoy segura que no nos aguardarán tiempos fáciles a la llegada de Rajoy al poder, y sinceramente, temo sus futuras reformas... tan alejadas de los ideales de la izquierda, rozando límites peligrosos.
Sin responsabilidad de voto, pero preocupada por las consecuencias que me afectarán de lleno.
A.Glez.