a mi padre, que murió soñando con un mundo más justo

lunes, 14 de abril de 2014

repúblicas españolas: patrimonio de los humildes


Un abanico republicano, regalo reciente que me hizo mucha ilusión

El otro día mi sobrina de 9 años me dio un susto. Me llamó para decirme que había aprendido a hacer pulseras con gomas y que quería hacerme una con los colores de la bandera española. Yo le respondí que sin problema y ella me dijo que tendría dos colores, rojo y amarillo. Me alarmé, ¿cómo podía decirle a una niña ilusionada que esa no era mi bandera y que no podía aceptar esos colores?, le expliqué que mi bandera era tricolor y entonces ella comenzó a reír con estruendo y me dijo: "ya lo sé tito, era de broma, tranquilo, yo te la hago también con el color lila, ¿vale?". Su padre desde pequeñita le ha enseñado que para él la verdadera bandera española tiene tres colores. Mi hermano siempre le ha recordado a su niña cuáles son sus orígenes, sus abuelos eran y son gente muy humilde y a lo largo largo de la historia contemporánea de España solo las repúblicas se han preocupados por ellos. 
En España la República es mucho más que la ausencia de rey. Las repúblicas han traído libertad, una sociedad laica y respetuosa con la diversidad cultural, pero, sobre todo, han traído una preocupación sin parangón por la vida de los sectores más pobres, tradicionalmente abandonados a su suerte por los regímenes liberales y monárquicos manejados por una oligarquía inhumana que mostró un desprecio hacia los humildes que hoy resulta inaceptable e incomprensible. La I República abolió impuestos indirectos como los consumos y eliminó las quintas, un sistema de reclutamiento gravoso e injusto que ahogaba a unas clases populares que, además, cargaban hasta entonces con buena parte de la presión fiscal del Estado. La I República abolió también la esclavitud y reglamentó el trabajo infantil, prohibiéndolo para niños menores de diez años. Casi sesenta años después, la II República llevó a cabo durante los años de gobierno de izquierdas una tarea ingente en materia social y educativa, especialmente destacable teniendo en cuenta que tuvo que gobernar atenazado por las durísimas presiones de la oligarquía y las derechas y por graves problemas económicos provocados por la crisis del 29. La difusión de la cultura y la generalización de la educación primaria entre las masas jornaleras y obreras, las mejoras sociales del ministro Largo Caballero y, a pesar de todos sus defectos, la Reforma Agraria y las medidas complementarias como el Decreto de Intensificación de Cultivos, abrieron una puerta a la esperanza a millones de seres humanos para los que nunca habían existido palabras como futuro o dignidad.
No sé si alguna vez llegará la III República, es complicado precisamente por las connotaciones que tiene en España lo republicano, que produce urticaria en los sectores conservadores y en las clases altas. Pero aunque no llegue nunca la tercera, considero las dos anteriores experiencias republicanas, con todos sus enormes defectos, un patrimonio esencial de aquellos que creemos en la justicia social y la libertad. SALUD Y REPÚBLICA.

2 comentarios:

Joselu dijo...

Cuando tenía dieciocho o diecinueve años me vi asaltado por la inquietud de saber qué había sido la segunda república. Leí todo lo que me vino a las manos y todo lo que busqué con ahínco. Creo que conozco bastante bien el periodo republicano, y sé que durante muchos años me he emocionado con la bandera tricolor que tengo en casa y saco en situaciones especiales como cuando fui con mis alumnos a Collioure a la tumban de Antonio Machado. Otra vez, un catorce de abril salí con mis alumnos con la bandera y una cassette con el himno republicano recorriendo Cornellà viendo la reacción de los más mayores.

Sin embargo, hace tiempo que la idea de la república del catorce de abril ha dejado de emocionarme. Como régimen político fue un desastre a pesar de sus excelentes intenciones. No fue capaz de contener las tremendas contradicciones que lo recorrían. Pocos eran auténticos defensores de la República. Las derechas no lo eran evidentemente, los anarquistas tampoco pues querían destruirla, los socialistas se fueron decantando con Largo Caballero hacia un radicalismo que negaba el carácter burgués de la república y la llevaba a una especie de mímesis de la Revolución Soviética. Fue una república sin republicanos y el centro fue abandonado entre tensiones que estallarían con la guerra civil. La revolución de Asturias fue infantil por muy proletaria que fuera, el anticlericalismo llevaba anejo el enfrentamiento con los sentimientos de una buena parte de la población. Toda la experiencia de la república a pesar como digo de sus innegables buenos deseos tuvo mucho de pueril y acabó como acabó por ser un régimen incapaz de gestionar la concordia civil. No me basta pensar que la culpa fue de unas derechas plutocráticas que alentaron desde el principio el golpe de estado. Eso es cierto, pero desde la izquierda, desde el anarquismo hubo también errores estúpidos que lamentaríamos durante cuarenta años de dictadura. No, no añoro aquella república de la bandera tricolor, aunque la he amado.

También decir que la bandera republicana de la primera repúblca no era tricolor sino rojigualda. UNAMUNO sostenía que el cambio de color de la bandera fue un error trágico pues convirtió en un símbolo la tradicional bandera española. Esa amada franja violeta puede que sea uno de los errores más tontos que pueda llegar a imaginarse. En todo caso, ya sabemos cómo acabó todo y habría que ponerse en aquella situación para intentar saber qué habría que haber hecho para mantener viva una república burguesa como la francesa por ejemplo, algo que no quería casi nadie. Fue una república sin republicanos. Esta es la realidad.

Un cordial saludo.

memorialcaceres dijo...

Visto hoy,todo proceso de cambio no se sostiene. Vista hoy, toda época de cuestionamiento de un pasado tercamente injusto resulta utópica, pueril, casi de tontos. Alguna vez ya hemos hablado de esto: no niego los graves problemas internos de la II República, pero tengo claro que la mayoría de la izquierda (salvo los numerosos anarquistas y los escasos comunistas) tenía un verdadero espíritu republicano. Existían partidos genuinamente republicanos y no solo a la izquierda. Creo que fue la resistencia numantina de la oligarquía y de los poderosos sectores católicos a los cambios,la que basculó al partido socialista hacia posiciones radicales, presionada por una masa obrera y jornalera desesperada ante la lentitud de las reformas que continuamente eran dinamitadas por las derechas católicas.
La izquierda cometió graves errores que no discuto: la política anticlerical llegó demasiado lejos y favoreció el antirepublicanismo de amplios sectores campesinos propietarios del norte y centro de España, la política social no consiguió convencer a un potente anarquismo completamente desquiciado que solo buscaba su utopía a cualquier precio, de manera que el supuesto peligro de revolución social facilitó el discurso de la derecha golpista y atrajo a sus posiciones a parte del centro republicano de clase media.
Claro que todo es muy complejo, pero ya te comenté un día que la II República fue la primera vez que los pobres llegaron a sentir un Estado como suyo y para mí eso es muy especial.
Por cierto, sé que la I República no cambió la bandera. Y yo sí me alegro que la II República lo hiciera. Puede ser una bobada, pero me siento orgulloso de no tener la misma bandera que los que arrasaron este país hasta dejarlo convertido en escombros. También me encanta ver su cara cuando muchos españoles no enarbolan su bandera rojoigualda en actos públicos y manifestaciones. Les encantaría que todos asumiéramos sus símbolos, se sentirían normales. Y yo no quiero que se sientan normales. Agradezco el morado.
Un saludo, Joselu