a mi padre, que murió soñando con un mundo más justo

martes, 19 de noviembre de 2013

mis héroes son barrenderos

Trabajadores de la limpieza de Madrid en lucha
El domingo no pude evitar emocionarme cuando vi las imágenes del cómite de empresa de los trabajadores de la limpieza de Madrid salir con semblante cansado pero eufóricos, con el puño en alto, de unas negociaciones difíciles que habían acabado con un rotundo éxito de la resistencia obrera. En una época en la que la patronal actúa con altivez desvergonzada, los poderes económicos y financieros han perdido el miedo a una clase obrera desmembrada, desestructurada, dividida y enfrentada,  en una época en la que la solidaridad y la conciencia de clase son palabras casi huecas y la actividad sindical ha sido conscientemente embarrada y desprestigiada, varios miles de personas han luchado con osadía por no perder lo poco que tienen. La huelga de los trabajadores de la limpieza de Madrid ha sido una huelga clásica, de libro. En una sociedad en transformación y sometida a cambios sociales y económicos vertiginosos, todavía quedan bolsas de obreros tradicionales, organizados en grandes empresas y con cómites de empresa ideologizados y con conciencia de clase. Es ahí donde todavía la lucha tradicional es posible, permitiéndonos comparar esa resistencia clásica y las nuevas formas de oposición y rebelión. Y como ya dije en una ocasión hablando de los mineros y sus movilizaciones, las nuevas formas de resistencia no soportan un mínimo la comparación: carecen de solidez ideológica que les permita definir unos objetivos claros, son desorganizadas y caóticas, ingenuas, descafeinadas, casi folclóricas, no son constantes y casi nunca generan incertidumbre entre los poderosos.
La lucha de los obreros de la limpieza de Madrid ha tenido un aire romántico que ha demostrado la eficacia indiscutible que tuvo y todavía tiene, en determinadas circunstancias, la resistencia tradicional basada en la UNIDAD, SOLIDARIDAD, CONSTANCIA, DIGNIDAD, ORGANIZACIÓN, CONCIENCIA DE CLASE Y PRESIÓN. Y esa presión obrera ha sido crucial, sin ella el trabajador está completamente indefenso ante una situación de evidente inferioridad en la correlación de fuerzas. Esa presión es la que hoy es cada vez más políticamente incorrecta en una sociedad mojigata y reaccionaria pero sin la cual la defensa de los derechos es casi imposible: sin los piquetes presionando a la entrada de los centros de trabajo, sin el control de los posibles esquiroles, sin lo que muchos llaman "actos vandálicos" es muy difícil luchar. Estas palabras pueden resultar incendiarias, pero más incendiarios son los comportamientos de gobiernos, grandes empresarios o mercados financieros. No me gusta ponerme panfletario, no es mi estilo ni el de mi blog, pero reconozco que después de tantas derrotas, esta pequeña victoria me hinchó de orgullo y me hizo recuperar un poco de esperanza. Todavía no son invencibles, todavía podemos hacernos respetar.

4 comentarios:

Joaquín dijo...

¿Dónde quedaron el 15M , sus globitos de colores y sus gritos mudos? Ah, misterios de la democracia orgánica.

Juan Carlos Doncel Domínguez dijo...

Muchos pensaron que el 15-M era la esperanza, para mí fueron desde el principio humo y solo humo. Si esa era la alternativa a las formas tradicionales de lucha, mal futuro nos espera.Salud, Joaquín.

Joselu dijo...

Yo sentí también orgullo por los barrenderos de Madrid a los que desde los medios se intentó enfrentar con los ciudadanos, pero, por lo que sé, fracasó esta estrategia porque la gente ha reconocido que los barrenderos estaban luchando por algo que era justo. Y al final, perdiendo también, han logrado mantener todos los puestos de trabajo, lo que, como dices, tal como está el movimiento obrero, es un éxito que conforta.

Juan Carlos Doncel Domínguez dijo...

La gente entendió en esta ocasión, pero en otras muchas no lo ha hecho y los trabajadores han tenido que enfrentarse a dos enemigos temibles: otros trabajadores y sus patronos. Por eso, como dices, esta huelga ha sido especial. Espero que este pequeño éxito no sea el último. Salud