a mi padre, que murió soñando con un mundo más justo

jueves, 3 de octubre de 2013

viaje a ninguna parte


Parque natural de Somiedo (Asturias)
Desde hace tiempo tenía ganas de hacer un viaje muy especial. Quería sentir la libertad de no depender de horarios ni paradas obligadas e ineludibles. Para ello pensé en viajar solo y dormir en mi coche, sin ataduras y sin más limitaciones que las que yo quisiera ponerme. Este año, después de superar algunos problemas de salud, he podido hacerlo. Pero ¿a dónde ir?, siempre estuvo claro: a las montañas del norte, míticas para mí desde niño, siempre verdes y húmedas, tan diferentes de mi querido paisaje extremeño que abrasa el sol en verano.
Al principio pensé en una duración de nueve o diez días recorriendo desde el norte de Portugal hasta País Vasco pero diversas razones me obligaron a reducirlo a seis días (última semana de agosto de 2013) durante los que recorrería la Cordillera Cantábrica. 


Ruta seguida en mi viaje

Vistas desde el puerto de San Lorenzo (Asturias)
Siempre recordaré la primera vez que pisé aquellas montañas cuajadas de robles, hayas y castaños. A comienzos de julio de hace más de veinte años, con la mochila a cuestas, alucinado por vivir en carne propia una lluvia fuerte y pertinaz en pleno julio, rodeado de inmensos bosques de robles y obligado a dormir en una caseta de músicos porque todos los prados estaban encharcados y no eran aptos para colocar una tienda de campaña. Entonces queríamos ver el maravilloso bosque de Muniellos y lo vimos.
Desde ese viaje he vuelto varias veces a Asturias y Cantabria. Pero esta vez ha sido solo y sin prisas, sin límites, sin horarios, con la casa a cuestas. Mi coche de siempre ha sido adaptado de forma rudimentaria y sencilla para convertirse en casa.
Por supuesto, mi idea era hacer un viaje analógico y así lo hice. No tengo navegador pero, aunque lo tuviera, en este viaje hubiera sido un sacrilegio usarlo. Prefería construir el camino sin ayuda de nadie, sin temor a equivocarme y a dar la vuelta o seguir por ver que nos depara el equívoco.
Picos de Europa leoneses (Valdeón)
Para alguien del sur y del interior, la belleza de las montañas y el mar Cantábricos  hipnotiza y es fácil que termine mitificándolos. De todos modos, para mí todas las montañas son lugares especiales y mágicos, su nieve y su lluvia alimentan los ríos, son manaderos de leyendas e historias y  son refugio, sobre todo refugio, refugio para bosques y animales y refugio para resistentes y rebeldes a lo largo de la historia. Sin las montañas, tiranos y opresores lo hubieran tenido un poco más fácil.


Playa de Comillas (Cantabria)
En estos seis días he hecho un recorrido que muchos hubieran corregido y cambiado. Ha sido mi camino y el de nadie más. Cada persona transita su camino siempre diferente y original. No hay un camino igual a otro. Al respecto, recuerdo cuando después de un viaje por el norte de Portugal decidí leer con interés que decía José Saramago en su Viagem a Portugal sobre aquellos pueblos y tierras septentrionales. Tenía especial interés por lo que pudo escribir sobre la preciosa ciudad de Ponte de Lima. Sin embargo, cual fue mi sorpresa cuando descubrí atónito que en el viaje por su país el escritor de Azinhaga ni siquiera la visitó, la dejó a un lado mientras buscaba otros horizontes.
De la misma manera que fue incomprensible para mí el desaire que el escritor hizo a Ponte de Lima, es probable que algún lector no entienda por qué evité pasar por Covadonga, porque pasé pero no paré en Potes, por qué no hice la ruta del Cares si estuve a solo unos cientos de metros de su inicio o por qué no me acerqué a Santillana del Mar, localidad de la que estuve muy cerca. Por el contrario  recorrí en este viaje los parques naturales de Somiedo y Redes en Asturias, me aproximé a los Picos de Europa por Valdeón pero hice una ruta desde Caín que nadie hacía, busqué el mar en Ribadesella (Asturias) y Comillas (Cantabria) y terminé en el bello Valle del Cabuérniga en el centro de Cantabria. Sorteé diez puertos de montaña y transité por cuatro comunidades autónomas. En este recorrido solo algunos detalles estaban previstos y buena parte fue improvisado: lugares como el parque de Redes o Comillas no estaban previstos, la ruta que hice en Valdeón tampoco y los lugares que encontré para dormir se encontraron sobre la marcha; algunas veces comí y desayuné caliente pero eso se decidió in situ y según se desarrollaban los acontecimientos.
Bárcena Mayor (Cantabria)
Me llevé varias lecturas y un diario vacío, un cuaderno de tapas negras comprado en un chino, con la pretensión de rellenar el tiempo que pensaba me iba a sobrar. No sobró. Entre conducir, visitar y pasear por los sitios, andar por el monte y quedarme alelado viendo los paisajes, se fue el tiempo. Apenas encontré huecos para escribir mi diario cuya transcripción exacta aparece en este enlace.
Las fotos que aparecen son mías, las hice durante el viaje. En alguna salgo yo o algunos objetos míos, con ello solo pretendo frenar a los incrédulos que piensen que el texto me lo inventé y las fotos las busqué en internet.
Termino esta introducción con unas bonitas palabras de José Saramago recogidas en su ya citado Viagem a Portugal: "la felicidad, sépalo el lector tiene muchos rostros. Viajar es, probablemente, uno de ellos. Entregue sus flores a quién sepa cuidar de ellas, y empiece. O reempiece. Ningún viaje es definitivo. Este tampoco lo es".

Mi vehículo convertido en coche-cama

1 comentario:

Cristian dijo...

Como soy de viajar mucho me interesa tener la chance de recorrer nuevos países cada vez que tengo la oportunidad y por eso trato de buscar ofertas con Lan Argentina para de esta manera poder viajar a un buen precio