a mi padre, que murió soñando con un mundo más justo

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Intemperie


Este verano han caído en mis manos libros de todo tipo, entre ellos el maravilloso Puente de Alcántara de Frank Baer, una novela histórica entrenida pero a la vez rigurosa  que leí por primera vez hace veinte años por recomendación de un profesor y ahora he releído con gusto y añoranza.
Pero la sorpresa mayúscula llegó a mí de forma casual: una pequeña joya literaria titulada INTEMPERIE  que me regalaron a comienzos de este verano y que es la primera obra de un extremeño afincado en Sevilla.
Su propuesta es diferente y sorprendente. Se trata de una obra cautivadora que merece una lectura lenta y sosegada. Aún así, acabarla solo nos ocupará unos pocos días, son apenas doscientas páginas con letra grande.
En un mundo cruel, donde un clima brutal y una naturaleza hostil hace a los hombres despiadados, un niño huye en busca de la libertad y de una vida que merezca llamarse digna. Y dignidad es lo que rezuma el otro personaje principal de la novela, el viejo pastor que enseñará al chaval lo que todos le han negado: a vivir y a hacerlo  con dignidad.
La lucha de ambos por sobrevivir nos atrapa desde el principio. Apenas hay otros personajes, en una tierra seca y casi abandonada dos personas que el azar encuentra huyen y buscan la esperanza "en las montañas del Norte". Por el camino deberán hacer frente a la sed y el hambre pero, sobre todo, a la impiedad  y la traición de los hombres. El mal y la brutalidad estarán representados por la figura del alguacil, la insensibilidad y la incomprensión por la figura del padre, la traición y la miseria humana por la figura del tullido. No hay mujeres en esta historia atroz en la que el omnipresente sol que ciega y seca el alma de las gentes solo deja de brillar, a modo de esperanzador final, en el último párrafo del libro.
La novela parece esculpida más que escrita. La narración es de gran sobriedad y busca solo lo esencial. Sobran artificios y florituras en la lucha por la supervivencia de los protagonistas rodeados de un paisaje abrasado y desolador que no deja de ser otro personaje principal más. Sin ese sol inmisericorde y ese paisaje arrasado la novela perdería buena parte de su fuerza.
Siempre agradeceré a quien me lo regaló que pusiera este libro en mi camino, es una obra que no deja indiferente y marca huella.

2 comentarios:

pilar luengo dijo...

Efectivamente, Intemperie no deja indiferente, más bien marcado por la aspereza de ese paisaje, un personaje más de la misma, silente, pero arrasador y siempre, siempre, omnipresente. Comparto contigo emoción, opinión y el gusto de haberlo leído y de habérmelo regalado. He degustado la sobriedad de su narración, medida, bien prensada. Sus páginas incitan a una lectura rápida porque necesitas saber y salir del reseco de la tierra, de las grietas de la intemperie a la que se somete al chiquillo. Sin embargo, es preciso reposar las palabras porque esa misma intemperie está no solo en el paisaje sino en cada hombre brutal que va labrando a golpe de crueldad despiadada la piel del muchacho. A merced de la intemperie queda su cuerpo, queda su alma, queda su existencia. Menos mal que un amanecer nos regala un nuevo "alzado del suelo".

Juan Carlos Doncel Domínguez dijo...

Muy bonito tu comentario, precioso. Gracias por completar con acierto mi modesta reseña