a mi padre, que murió soñando con un mundo más justo

viernes, 13 de abril de 2012

mi bandera republicana


Esta es mi bandera republicana. Todos los años la saco de su guarida en mi mesilla de noche y la despliego en mi casa, como queriendo observar si en el último año ha cambiado en algún pequeño detalle o se ha deteriorado. Pero no la saco para eso. Cuando se acerca el 14 de abril varios compañeros del centro educativo donde trabajo nos juntamos para disfrutar de nuestra COMIDA REPUBLICANA, allí cantamos el Himno de Riego, Grandola  vila morena, En la plaza de mi pueblo, A las barricadas y otras canciones que vienen al caso; pero sobre todo nos reímos mucho, confraternizamos y despotricamos contra lo que no nos gusta. Y mientras hacemos eso, mi bandera y la de otro compañero se convierten por unas horas en las protagonistas, como cada año. Las colgamos del espejo del restaurante, las besamos o pasan de cuello en cuello mientras cantamos, comemos y bebemos. Luego nos vamos a la plaza mayor de Cáceres y nos hacemos fotos con las banderas delante del ayuntamiento, soñando con que algún día ondeen también en lo alto de los mástiles del consistorio.
Pero mi bandera tiene también otra misión encomendada. El día 14 siempre desde hace años estoy presente en el acto que se celebra en el cementerio de Cáceres en recuerdo de las casi 700 víctimas del franquismo en la ciudad. Allí, junto a unas decenas de personas, estoy yo con mi bandera, como siempre, con el puño en alto y gritando ¡Viva la República!. Cada año mi bandera republicana (más española que ninguna) pasa un buen rato entre risas y brindis pero también un momento emotivo y triste sobre la fosa en la que están probablemente enterrados muchos de los que murieron defendiendo los valores que representa.
Escribo estas palabras unas horas antes del 14 de abril, esta tarde mi bandera se ha paseado por Cáceres y mañana irá al cementerio. Esta noche no dormirá cuidadosamente doblada en la mesilla de noche, esta noche quedará desplegada en mi comedor, a la espera del especial, muy especial día de mañana.

4 comentarios:

Joselu dijo...

Hace unos cuantos años, en el tiempo del COU, un catorce de abril salimos mis alumnos y yo con una bandera republicana y un radiocasete en el que sonaba el himno de Riego. Recorrimos el barrio de Sant Ildefons en Cornellà, pasamos entre los viejos que nos miraban con cara divertida unos, y otros con cara de pocos amigos, entramos en algún supermercado observando la reacción de la gente. Aquel día en clase mis alumnos se levantaron en señal de respeto a la bandera republicana al son del himno de Riego. Les dije : vamos actuar como si realmente fuera el catorce de abril y sintiéramos respeto por esta bandera. Fue un momento emocionante. Sé que han pasado muchos años pero los que estuvieron allí no olvidan aquel día. Yo tampoco.

Aunque el tiempo me ha hecho matizar mi opinión tras leer a Unamuno en El sentimiento trágico de la vida, su última obra antes de morir. En este libro lamenta amargamente muchas cosas, pero una de ellas es precisamente el hecho de la bandera tricolor que convirtió en un símbolo a la otra. Unamuno pensaba que nunca se debió cambiar la bandera. La primera república no la cambió, solo el escudo central. La bandera tricolor es muy cálida por lo que significa y yo también tengo una, pero el resultado fue terrible. Tiendo a pensar que nunca se debió cambiar la bandera que convirtió a la otra en "nacional" frente a la "republicana" y "roja". Pero es posible que esta reflexión solo sea fruto del miedo a otra experiencia republicana en un país en que jugamos a enfrentarnos regionalmente. No me hagas demasiado caso. Saludos.

Juan Carlos Doncel Domínguez dijo...

Yo sí creo que era importante cambiar la bandera. Las banderas no son trapos, son símbolos y la Segunda República quiso demostrar con el cambio de símbolos que quería llegar muy lejos. La II República tuvo muchos errores y excesos, pero no fue el régimen republicano el que provocó que inevitablemente desembocáramos necesariamente la Guerra Civil. Fueron unas élites económicas codiciosas e inhumanas, unos sectores conservadores y católicos fanáticos e intransigentes y una casta militar dominante, endogámica y profundamente corrupta. Su actitud de rechazo y obstaculización inmediata de todas las reformas republicanas generó una profunda frustración y radicalización de los más humildes. Apartir de ahí ya solo fue cuestión de tiempo. Creo que ésta fue la verdadera razón, y que no fue una cuestión de banderas. Un saludo.

Miguel dijo...

Está claro que sí que había que cambiar de bandera, porque lo que los republicanos querían no era echar al rey simplemente, sino hacer borrón y cuenta nueva. Incluso no descartaban la palabra Revolución. Pero una Revolución con todas sus consecuencias, desde abajo hasta arriba. La cosa no fraguó porque media España no quiso, y pasó lo que pasó. Yo no sé si hoy se quiere volver a aquellos planteamientos revolucionarios de una España inmersa de aquella Europa de los años treinta escindida ideológicamente entre el nazismo, el fascismo y los comunistas rusos. Hoy las cosas han cambiado, pero hay quien pretende romper la baraja y empezar de cero. No es una mala propuesta. A mí personalmente esta dictadura capitalista no me gusta nada. ¿Qué hacer? Esto solo se cambia con una Revolución.

Un saludo.

Juan Carlos Doncel Domínguez dijo...

Esto solo se cambia con una revolución, pero una revolución solo triunfa si hay una solida base ideológica detrás y una fuerte concienciación. Yo hoy no veo nada de eso. Soy pesimista, pero un pesimista republicano. Un saludo