a mi padre, que murió soñando con un mundo más justo

jueves, 8 de diciembre de 2011

En las trincheras


Hace unos días asistí en unas jornadas de Historia a una ponencia sobre la educación en competencias básicas (o algo así). La presentaba una inspectora que era también licenciada en Historia. Durante la inútil conferencia se dedicó a aleccionarnos sobre como debían ser las clases del futuro mientras nos reforzaba mostrándose comprensiva con la problemática habitual del aula: "ya sé que vuestro trabajo es muy duro, que los ordenadores no funcionan, que los alumnos son apáticos y demasiado diversos, ya sé que sois abnegados profesionales injustamente tratados, pero debéis hacer esto y lo otro con las competencias, por lo menos intentadlo, con poco que se consiga bastará...".  A mí lo que me alucinaba de su discurso no era el contenido, sino en boca de quien se presentaba: durante más de una hora una individua que llevaba décadas fuera del aula nos estuvo aleccionando sobre como debemos enseñar, resultó ridículo escuchar sus caducas experiencias con alumnos de 8º de EGB (quizás hace más de 20 años) y aún más estúpida su propuesta a modo de ejemplo de una actividad-tarea sobre la Desamortización de Mendizábal para 4º ESO; cualquiera que enseñe en ese nivel sabe que ese arduo y complejo tema sería el último que se seleccionaría para trabajar con los alumnos.
Cuando la señora inspectora terminó, estuve tentado de decirle lo que pensaba de su ponencia pero lo dejé estar. Sinceramente, ya estoy aburrido de todo esto. Si le hubiera dicho lo que pensaba, lo habría hecho recurriendo a una comparación histórica. Cuando escuchaba a la ponente me sentía como un soldado veterano de la Primera Guerra Mundial que lleva muchos meses en las trincheras sin ser relevado, lleno de mierda y cubierto de barro hasta la cintura, que no entiende muy bien que sentido tiene lo que hace y escucha con una mezcla de estupor y asqueo al general con su traje impoluto (=la inspectora conferenciante) que arenga a la masa de soldados harapientos recordándoles lo importante que es su tarea en la defensa de la Patria; ese general nunca ha pisado una trinchera salvo cuando en rutinarias inspecciones ha saludado y dado algunas palmaditas en la espalda a soldados que han respondido al saludo con gesto cansado a su paso, nunca ha comido su rancho ni ha sentido el silbar de las balas a centímetros de distancia.
Sé que esto no va bien y que la educación en competencias puede ayudar a mejorarlo (ni mucho menos a solucionarlo). No tengo ni idea de como voy a subirme a ese carro y no sé si lo haré, pero no estoy cerrado a nada y acepto que gente con criterio y que sabe lo que dice me hable de nuevos caminos a transitar. Sin embargo, reconozco que me enerva que una "generala"  de lecciones sin tener ni puñetera idea de lo que está hablando. Que sepan todos esos "generales de la educación" que no me merecen ningún respeto ni credibilidad. 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tus seguidor@s agradecemos enormemente tus artículos. No me desfallezcas que me amoíno. Felíz Santa Concha. Isabel.

Juan Carlos Doncel Domínguez dijo...

gracias por tus ánimos. Haré lo que pueda.

Pedro C. dijo...

Te veo pesimista ... eso te pasa por estar informado.