a mi padre, que murió soñando con un mundo más justo

domingo, 27 de junio de 2010

gracias, Aznar

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“Los votantes de izquierdas son demasiado críticos con sus partidos y candidatos, se frustran con frecuencia, exigen mucho. Eso es bueno, pero hasta cierto punto; puede llevar al desencanto, a la apatía, al rechazo general a la política y a la pasividad. Los votantes derechistas no se frustran, no exigen coherencia ni castigan la corrupción; se presente quién se presente siempre votan, aunque sea a rastras van a votar. Una vez, en un pueblo de Extremadura, mi hermano escuchó de boca de una votante del PP la siguiente frase sobre el candidato municipal de su partido: “me da igual a quién presenten, aunque fuera un perro lo votaría”.

Durante muchos años yo he sido de esos izquierdistas desencantados con una democracia de la que esperábamos más, con unos partidos que nos decepcionaban cada día, y como ellos, no votaba. Pero un día llegó al poder José María Aznar y todo cambió. Su gobierno, especialmente sus cuatro últimos terribles años, me enseñó muchas cosas y me hizo recordar otras. Ese que quiso pasar a la Historia como un nuevo Felipe II, con su arrogancia y prepotencia, volvió a dar sentido a las palabras IZQUIERDA y DERECHA, nos alertó de la pervivencia del franquismo y su legado, nos movilizó e unió frente a una amenaza real y cercana. Los desquiciantes días que transcurrieron entre el 11 y el 14 de marzo fueron la culminación; esos días, llenos de mentiras y manipulación, muchos los vivimos con una intensidad que nunca olvidaremos. Sin José María yo no habría vuelto a votar, él colocó a todos en su sitio y se quitó la máscara, la suya y la de la derecha española y yo se lo agradezco profundamente.

Desde hace más de diez años no he faltado a una cita electoral. Desde entonces y hasta que me lo permita mi salud iré al colegio electoral a depositar mi voto, aunque sea a rastras, como hacen ellos. Puede que mi voto sea consumido por la ley electoral y no llegue a tener valor práctico, puede que el desencanto vuelva a apoderarse de mí, pero ya nunca dejaré de votar. Es una forma legítima y libre de hacer frente a la arrogancia y altanería de quienes se creen los verdaderos dueños de este país”.

Estas palabras las escribí hace unos meses. Desde entonces han ocurrido muchas cosas. Hoy, el presidente Zapatero dirige un país de forma errática, sometido a la tiranía de los mercados, auténticos dictadores que actúan con impunidad ante la postración social. En estos días la izquierda se muestra vulnerable y cabizbaja: los partidos de centro-izquierda con aspiraciones de gobierno asumen con resignación una postura pragmática que los desnaturaliza por completo, la izquierda minoritaria (a la que voto) se mantiene en posturas trasnochadas, acordes con siglos anteriores pero incapaz de asumir los cambios en el sistema de producción y la crisis del Estado del bienestar que estamos viviendo; esta izquierda a la izquierda se empeña en movilizar a un supuesto proletariado que ya no existe o, en todo caso, no se considera como tal. Pronto ser de izquierdas será un esnobismo propio de clases medias. Las clases bajas, azuzadas por el miedo a perder lo conseguido y nerviosas ante la competencia extranjera (inmigración), se volverán progresivamente conservadoras, desconfiadas con las ideas aperturistas y sumisas frente a los recortes sociales.

A pesar de todo lo que acabo de decir, estoy empeñado en ser un tozudo trasnochado dispuesto a no asumir sin resistencia la ola de 20 metros que, ineludiblemente, nos va a arrastrar, quizás para siempre. Y creo también que, a pesar de la que está cayendo, es mucho mayor la amenaza que supone un nuevo Káiser aznariano que un dubitativo converso Zapatero. De manera que seguiré votando, y votando, y votando……..

1 comentario:

Isabel dijo...

Yo también, compañero. Que tengas un buen verano. Un beso a todos.