a mi padre, que murió soñando con un mundo más justo

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martes, 5 de febrero de 2013

música evocadora

A mí nunca me gustó la música clásica, o mas bien nunca me interesó. Me crié en un ambiente popular, en una familia obrera del sur, en una casa en la se escuchaba flamenco, a Juanito Valderrama o El Cabrero y se interesaban por los programas de copla. Recuerdo cuando íbamos en el coche camino de nuestro baño en el río (en el Salor, en el Ayuela) en una época en la que a lo único que aspiraban los obreros en verano era a pasar un buen día de campo con nevera y chapuzón. Las vacaciones tal y como se entienden ahora no se contemplaban.  Íbamos en el coche escuchando la música ya citada o canciones reivindicativas que gustaban a mi padre: música de la revolución cubana, canciones republicanas reeditadas en la Transición. Hoy, cuando las vuelvo a escuchar me recuerdan a aquellos tiempos en los que los ríos estaban llenos de vida y yo disfrutaba cogiendo renacuajos o buscando galápagos y persiguiendo grillos. Para mi gente la música clásica eran acordes extraños solo saboreables por ricos y culturetas de clase media de los que ellos estaban a años luz.
Pasó el tiempo y mi adolescencia se inundó de música cañera, de heavy metal. Hoy todavía cuando escucho The Trooper de Iron Maiden ("los maiden") me entra una euforia difícil de controlar, me vuelven a la mente aquellos días de instituto en los que nos escapábamos mis colegas y yo al mercado de Cáceres y algunos de ellos, bastante descontrolados y con mucha cara, robaban para mí el  último casete de Accept, Iron Maiden o Judas Priest. Yo era un chaval responsable y empollón y no sabía donde meterme cuando me ofrecían la prueba del delito como un signo de amistad.
Como buen heavy, me costó abrir mi mente adolescente a nuevas músicas y, cuando lo hice, no amplié demasiado el espectro musical. Como otros cañeros, me empecé a interesar por el folk, especialmente de origen celta, también aunque en menor medida, por las músicas del mundo y algún que otro disco New Age. Siempre he me preguntado porque a muchos heavy cañeros les encanta el folk. De todos modos, seguí disfrutando de la caña, de la música dura, por entonces empezó Extremoduro y pronto me cautivó. Hoy, cuando escucho a los Chieftains, a la Musgaña,  a Milladoiro, a Oskorri, a Wendall, regresan a mi mente muy buenos momentos de la época universitaria.
Después de la universidad, por fin, me convertí poco a poco en un individuo dispuesto a escuchar de todo pero seguí interesándome por la música dura. Siempre asociaré mis años de trabajo en las Hurdes con Marea, un grupo actualmente con gran vitalidad que nacía por entonces y que me dió a conocer un alumno. Me grabó cuatro canciones que yo martilleaba continuamente y que cuando hoy vuelvo a escuchar me recuerdan mis caminatas a solas por aquellas agrestes montañas, el olor a brezo y a pino, los caminos helados en invierno y las charcas frescas en verano.

                   

Alguién que me ayudó a investigar nuevos terrenos musicales fue una buena amiga gallega con la que conservo una larga amistad y que sé que lee mi blog con frecuencia. Ella me dio a conocer Radio Clásica y durante muchos años me envió casetes de música medieval, renacentista y barroca con los que disfruté y aprendí. Uno que me encantó y que conservé como oro en paño recogía musica juglaresca medieval interpretada por Adolfo Osta y de la que reproduzco aquí una bella canción, la única que  he encontrado en youtube de las que interpretaba ese autor en la citada cinta.
Desde hace años ese casete estaba perdido pero el otro día lo encontré por casualidad y me dispuse  a escucharlo. Fue bestial. Volvió a mi el recuerdo el mejor y más intenso año de mi vida, ese año en que me independicé, empecé a trabajar y conocí a mi actual pareja. Hace de eso muchos años, corría el curso escolar 1996-97. Llevo varios días saboreando las canciones de Adolfo Osta con ganas, paladeando una música maravillosa que condensa en 60 minutos la mejor parte de mi vida.

miércoles, 2 de enero de 2013

¿Qué fue de los cantautores?

La primera vez que escuché en vivo a un cantautor fue al gran Pablo Guerrero. Corría el año 1986, yo tenía 16 años y me emocioné cantando "Tiene que llover a cántaros" con otros cientos de cacereños que abarrotábamos el Centro Cultural San Francisco. Tengo que reconocer que no soy un seguidor ferviente de la canción de autor, pero valoro esa música y el papel que tuvo y tiene como conciencia de una sociedad que un día tuvo a esos artistas como referencia y hoy apenas sí se fija el ellos. Desde aquel concierto he seguido encontrándome con ellos en más ocasiones, disfruté de Hilario Camacho,  de Luis Pastor, de Ismael Serrano. 
En esta canción Luis Pastor reflexiona sobre los cantautores de antes, sobre su futuro y su sitio en el mundo actual. Merece la pena escucharla. Salud.

                  

domingo, 26 de junio de 2011

ama, ama, ama y ensancha el alma

Esta maravillosa canción de Extremoduro es toda una declaración de intenciones. La letra es de ese poeta rural de puerto de Béjar más extremeño que castellano que conocemos como CHINATO. Concretamente en este vídeo la canción no la toca la formación de Robe Iniesta, sino un buen número de cantantes extremeños. Ahí la dejo.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Pan duro (Marea)

Siempre llevaré esta canción en el corazón, me recuerda a mi padre, su vida de niño jornalero y su resistencia a someterse, sus penurias y su dignidad.

domingo, 24 de octubre de 2010

conversando con Miguel

Es el año del centenario de Miguel Hernández, el poeta del pueblo. Lo fue, pero de un pueblo pretérito, que el de hoy solo tiene corazón para sufrir en el fútbol y sus ilusiones se reducen a poder cargar el carro en las rebajas del centro comercial. De todos modos todavía hay gente, y siempre la habrá, que se emociona y siente su poesía fresca y verdadera. Por mi parte, sus versos despidieron a mi padre y me despedirán a mí cuando me toque.
Aquí dejo el tributo que el rapero Nach ha hecho al poeta de Orihuela. Suena bien.

sábado, 17 de abril de 2010

homenaje a la libertad


La muerte de Mikel Laboa en 2008 dejó huérfana a la canción en euskera. Uno de los grandes cantautores vascos, fue un intelectual completo, experimentador y un hombre amante de su cultura y su pueblo, pero, sobre todo, un firme defensor de la libertad, la paz y la tolerancia. Su canción TXORIA TXORI es uno de los más emotivos cantos a la libertad que conozco. En España, donde la cultura no castellana (catalana, vasca, gallega) es simplemente obviada, es un desconocido, pero en Europa se aprecia su obra y su figura (en el vídeo canta junto a un gran violinista escocés). Reproduzco aquí su himno a la libertad, Txoria Txori. Esta preciosa joya comienza así:

Hegoak ebaki banizkio
nerea izango zen,
ez zuen aldegingo.
Bainan, honela
ez zen gehiago txoria izango
eta nik...
txoria nuen maite.
(Si le hubiera cortado las alas
habría sido mío,
no habria escapado.

Pero así,
habría dejado de ser pájaro.

Y yo...
yo lo que amaba era un pájaro.)