Me declaro vencido, arrodillado ante su poder omnímodo. He hincado mi rodilla y agachado la cabeza ante su fuerza sin igual. He hecho lo que he podido, pero no ha sido suficiente. La máquina navideña es imparable y, quieras o no, no puedes permanecer ajeno a ella. Y he hecho lo que he podido, que conste.
No soporto la NAVIDAD y no encuentro ningún motivo para disfrutarla. No soy creyente y no tengo nada que festejar, y menos el nacimiento de un profeta que si nació verdaderamente alguna vez, no lo hizo en estas fechas. Además, no creo que las ocasiones especiales tengan que ser regadas con un vino reserva o aderazadas con piquitos de perdiz para ser ocasiones especiales, estoy harto de terminar aborreciendo el jamón o la torta de queso, clamo en defensa de un momento familiar festejado con sopas de tomate y una tortilla francesa.
Durante casi un mes comprar en las tiendas se convierte en una agonía que me tritura el cerebro, me ofusca, me enerva. Ayer en el Mercadona una ametralladora musical me hostigaba con una avalancha de villancicos, ¡una verdadera declaración de guerra!; mientras, la circulación de carros de compra se volvía endiablada por momentos y en amplios tramos de los pasillos la situación del tráfico era de circulación lenta con paradas intermitentes. Yo miraba la gente y no entendía nada.
Esta es la fiesta del consumo, del exceso de una sociedad opulenta que ya es excesiva y abusiva todos los días del año, pero que en un acto orgiástico llega al paroxismo estos días.
Muchos se quejan, ¡yo me quejo! pero no consigo romper con este entorno obsceno. Y hago lo que puedo: compro lo imprescindible y en horas intempestivas, hago de casa un fortín antinavideño, sin ninguna hortera decoración festiva, intento ver poca televisión y sin publicidad (en esta época es vomitiva), transito poco por el centro de la ciudad, regalo lo imprescindible (a mis sobrinas le compran los regalos sus padres, yo solo pongo el dinero), intento reducir el impacto de las reuniones familiares en mi organismo y en mi estado anímico, apago la televisión cuando un individuo al que llaman rey, con papas en la boca y discurso cansino, me dice las mismas bobadas de siempre. Así y todo, el monstruo navideño te devora sin remedio.
Ayer mismo, cuando tomé conciencia de que el día 25 se reunirán en mi casa 15 personas, estuve a punto de tirar la toalla. Después me tranquilicé e ideé una estrategia: me refugiaré en la cocina, preparando platos y fregando cacharros, son las ventajas de ser anfitrión.
Hoy andaba por las calles atestadas e intentaba abstraerme del ambiente canturreando canciones combativas y soñando, como en un cuento navideño al revés, con huir muy lejos con un simple chasquido de dedos, montado en un trineo volador que, en vez de llevarme a la casa de papa noel, me traslade a un mundo sin navidad, sin hipocresía, sin mentiras ni excesos. En ese mundo ningún fantoche se pondrá cuernos de alce, ni mandará mensajes estúpidos con contenidos ridículos ni será caritativo por unos días a la vez que derrocha lo poco o lo mucho que tiene, mientras, en la tele no pondrán películas empalagosas en las que se recurre una y otra vez al inexistente "espíritu navideño".
Un mundo sin navidad podría no ser mucho mejor, pero con seguridad sería menos falso y un poquito más soportable. Estampemos a papa noel contra un muro y bajemos las persianas del establo de Belem con un cartel que ponga: cerrado por defunción (ni se alquila, ni se vende, ni se traspasa).
5 comentarios:
Esa trinchera en tu cocina, espero, tendrá buen avituallamiento pues ya sabes que las luchas de este tipo son largas. Salud
Juan Carlos eres predecible... ya sabía que tarde o temprano caería una entrada sobre "la cuestión palpitante". Ánimo. Canta interiormente el villancico de Extremoduro, te ayudará a sobrellevar el martirio cual letanía en boca del moribundo:
NOCHE DE PAZ, NOCHE DE AMOR,
TO'S CONTRA TO'S, ME CAGÜEN DIOS
Disfruta del solsticio
Romano
Cuando esté fregando cacharros el día 25 cantaré ese villancico de Extremoduro, os lo garantizo; y añadiré una continuación aún más bestia. Un saludo.
Espero que hayas sobrevivido.... ya queda menos, pero también de vacaciones. Saludos. María
Salud compañero.
Cambiamos de año, pero como seguimos siendo los mismos, ya sabes: to's contra to's.
Besos, Belen.
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