a mi padre, que murió soñando con un mundo más justo

jueves, 14 de octubre de 2010

el precio de un capuchino

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A mí hay algunos superhéroes humanitarios que me producen sarpullidos. Se han erigido en la conciencia humanitaria del mundo y ese mundo no ha hecho nada por impedirlo. Se trata, por orden de más vomitivo a menos, del magnate informático Bill Gates, del cantante Bono y del ex-vicepresidente y aspirante a presidente de EEUU Al Gore. ¿Quiénes son esos personajes, qué catadura moral tienen para arrogarse el derecho a darnos lecciones al resto de los mortales?, ni su vida ni su obra son ningún ejemplo admirable de lucha contra la injusticia y por un mundo mejor.
Llevaba tiempo pensando en escribir sobre estos individuos pero el otro día me decidí después de leer una entrevista al filósofo esloveno Slavoj Zizek. Desde una perspectiva izquierdista pero nada convencional, este filósofo ha sido especialmente ácido y transgresor. Ha cuestionado las bases del sistema liberal y del multiculturalismo de moda. Ha socavado los cimientos de la izquierda progresista light y de los sectores liberales, por supuesto también de reaccionarios y conservadores.
En esta entrevista, Zizek habla de la caridad de toda la vida pero ofrecida con una nueva fórmula. Y pone como ejemplo a Bill Gates. Este multimillonario va por el mundo "removiendo conciencias" con frases como esta: "hay que ser consciente de que con lo que cuesta un ordenador se puede salvar una vida". Es lo que el filósofo esloveno llama despolitización del problema: todo el mundo nos aconseja evitar los caducos debates ideológicos y estructurales. Los ricos, los estados, muchas ONGs nos invitan a ayudar con urgencia, a no perder el tiempo investigando las raíces políticas del problema. Y, por otro lado, esta acción no política nos hace sentir bien, nos tranquiliza las conciencias. Detrás de una foto con un niño hambriento en la que pone "por el precio de un capuchino podrás salvar a este niño", hay una gran manipulación muy hábil. Según Zizek, el mensaje real subyacente es que vivimos en un mundo confortable y que poder seguir disfrutándolo sin remordimiento de conciencia es muy barato: EL PRECIO DE UN CAPUCHINO.
Esta sociedad aparenta luchar contra la pobreza pero no cuestiona ni juzga la riqueza, al contrario, aspira al lujo y sueña con montañas de oro. Por eso los ricos (unos pocos) y los aspirantes a ricos (la mayoría) necesitan un discurso como el que critica Zizek: quiero acaparar riquezas pero quiero sentirme bien conmigo mismo y no tener remordimientos, quiero ser un rico honrado y digno que no tenga que avergonzarse de ello. Para eso están esas legiones de "negritos" harapientos que esperan mi ayuda.
Ya en otro artículo, reflexioné sobre las diferencias entre justicia y caridad. Merecía la pena hacerlo otra vez.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hace tiempo que he dejado de creer en los políticos y en los grandes magnates de la economía mundial…puesto que los problemas de nuestra sociedad lo ven como algo ajeno a ellos y con sus limosnas lavan sus conciencias.. ahora solo creo en lo que cada uno de nosotros puede aportar a esta sociedad donde nos toca vivir.
Carmen

Joaquín dijo...

Zizek no sólo es filósofo. Es psicoanalista y discípulo de Lacan. Eso confiere un plus de credibilidad a sus análisis de los condicionamientos y motivaciones humanas. Aunque para los trinitarios que basan su doctrina en Dios, Patria y Dinero, no es más que un hereje, somos muchos los que bendecimos su heterodoxia.

Juan Carlos Doncel Domínguez dijo...

Si eres la Carmen que yo creo, muchas gracias por leer las cosillas que de vez en cuando me pasan por la cabeza, algunas políticamente poco correctas. Si eres el Joaquín que yo creo, de nuevo flipo con tu sapiencia ilimitada.

Anónimo dijo...

¿Quién me iba a decir a mí hace unos años que las ONGs serían el mejor síntoma del hundimiento del Estado de Bienestar? Como en otros tantos ámbitos, las ONGs no son sino una delegación (¿claudicación?) más de las atribuciones publicas (ciudadanas) en eso que la ciencia política llama estructuras intermedias: los hospitales convertidos en fundaciones, los colegios públicos en concertados, en fin, la cooperación internacional en ONGs cuyos directivos son reclamados en las páginas de empleo en la sección de altos ejecutivos. Efectivamente, en todo la despolitización es absoluta. Pero en el caso de las ONGs se esconde un veneno especial: se ha querido sustituir la justicia por la caridad, se nos ha desplazado de un terreno de derechos e igualdad a otro de relaciones fácticas de poder (la caridad presupone una simple relación dual entre un poderoso y un menesteroso y, en este sentido, es una exhibición obscena de autoridad). Por otra parte, las siglas (ONG) o el nombre de cooperante muestran la clara tendencia a diluir toda cuestión social en una jerga técnica.
Totalmente de acuerdo. Te animo ahora a que indagues, al estilo de Zizek, en el viscoso mundo de la educación en valores y del "buen rollito universal"
Un saludo. Romano

Juan Carlos Doncel Domínguez dijo...

¡Qué razón tienes!, todo lo que comentas tiene su máxima expresión en Estados Unidos. Hacia allá vamos, a una mierda de mundo donde los mismos sectores sociales que práctican la caridad de forma compulsiva son los que rechazan obsesivamente todo camino hacia la igualdad y la justicia social real y verdadera.

Anónimo dijo...

No sé quién es Zizek.... así que me quedo con el anónimo Romano, por ahora más didacta que filósofo,que le entiendo muy bien y comparto....Un saludo. La chica