a mi padre, que murió soñando con un mundo más justo

miércoles, 22 de enero de 2014

últimamente


ÚLTIMAMENTE escribo poco en mis blogs. Alzado del suelo en concreto, hace ya algunos meses que ha ralentizado su ritmo. Pero no ha desaparecido ni desaparecerá, con seguridad.
ÚLTIMAMENTE no tengo ganas de escribir y menos de sentarme al ordenador. Supongo que será pasajero, o quizás no, pero ÚLTIMAMENTE tengo la sensanción de que el tiempo que paso delante del ordenador es tiempo perdido, es tiempo que no dedico a otros menesteres más apetecibles para mí como pasear o leer, sobre todo leer. Frente a un mundo que camina acelerado hacia una vida adherida a una pantalla, sea cual sea (televisión, ordenador, tablet, móvil) mi cabeza parece querer decir: "no niegues las nuevas tecnologías pero úsalas para lo necesario, solo para lo necesario".
En esa línea, todavía hoy y no sé por cuánto tiempo, carezco de smarthphone y no tengo wassap, no tengo tablet y tampoco wifi, conservo mi viejo router con cable que evita que pueda utilizar internet en cualquier lugar de la casa y así me mantiene al margen de la tentación de engancharme continuamente a la red. Sigo escribiendo mis reflexiones para Alzado del suelo en un pequeño cuaderno y haciendo las fotos de mi blog Entre montañas con una vieja cámara que cualquier día dice hasta aquí. De hecho, estas palabras las escribí primero en papel, en el tren, rodeado de personas que manejaban febrilmente sus móviles. Detrás de mí había dos chicas universitarias bastante estúpidas que no paraban de hacerse fotos entre ellas con su móvil y reírse con una risa horrible.
ÚLTIMAMENTE escribo menos y leo más pero, y ahí viene toda contradicción necesaria, cada vez lo hago menos en papel y más en la pantalla de un libro electrónico. Sin embargo, es una pantalla necesaria y obligada por la falta de espacio. En mi casa ya no caben libros y el ebook se ha convertido en una solución práctica y útil. Reconozco que es un buen invento que me permite, al tener luz propia, leer en mi ambiente predilecto, con poca luz y casi en penumbra. No abandonaré el maravilloso libro de papel, lo seguiré comprando puntualmente, no quiero prescindir de un objeto físico que represente y contenga mis libros más especiales.
ÚLTIMAMENTE también he recuperado mi vieja costumbre de leer con Radio Clásica puesta, con el volumen bajo, por supuesto. Ya lo conté en cierta ocasión en mi blog, no soy un amante ni un entendido de la música clásica, pero cuando corrijo o leo me resulta muy agradable su compañía. Y como esto va hoy de recuperaciones y reflotamientos, ÚLTIMAMENTE he dedicado tiempo a releer libros que en su momento me marcaron: "La sonrisa etrusca" de Sampedro, "Stalingrado" de Beevor, "El hombre solo" de Atxaga, "El puente de Alcántara" de Baer, "Memorial del convento" y "Todos los nombres" de Saramago. Aunque he intercalado nuevas lecturas ("Mortalidad" de Hitchens o "Intemperie" de Carrasco) en los próximos meses quiero seguir recuperando joyas como "El dios de las pequeñas cosas" de Roy, "Las benévolas" de Littell, "Vida y destino" de Grossman, "Caballería roja" de Babel o "El maestro y Margarita" de Bulgakov.
ÚLTIMAMENTE no escribo tanto en Alzado del suelo, pero no es porque no encuentre motivos para hacerlo. Motivos hay a patadas: la ominosa ley del aborto que quiere poner en marcha el gobierno merecería una entrada en el blog, un comentario lleno de indignación ante la imposición integrista de la moral y los valores de la ultraderecha católica a todo un país.
La lucha en el barrio burgalés de Gamonal también tendría que haber encontrado su hueco. Me reconozco sorprendido por el pundonor y el arrojo de unos vecinos hartos de muchas cosas, no solo del derroche que suponía la construcción de un bulevar innecesario y nada prioritario.
También habría escrito sobre la penosa imagen que dio Rajoy ante Obama, elevada al sarcasmo cuando el presidente estadounidense lo definió como "hombre de gran liderazgo". Algún hueco habría habido también para ese rey empecinado en aparentar que ya está hecho un roble pero incapaz de leer un discurso en condiciones que se pone nervioso como un crío. 
Y, por supuesto, algo tendría que haber escrito sobre la "indispensable" ley Wert, esa que logrará el milagro de colocar a España en el informe pisa por encima de las mismísima Finlandia en menos de una década.
Como no, Cataluña también habría tenido su espacio en mi blog en estas semanas. Antes de ayer leía en ese seudoperiódico denominado "El mundo" un titular referido a la petición del Parlament al gobierno central de Madrid para que le ceda las competencias que le permita hacer una consulta de autodeterminación. El titular decía algo así como "el parlamento catalán pide la potestad para destruir España".  El nacionalismo español, escondido detrás de supuestos valores positivos como la defensa de la convivencia y los valores constitucionales, es probablemente el más rastrero, intolerante y también acomplejado de toda  Europa. Cada vez tengo más claro que España es un país penoso que no está a la altura de Cataluña. Podrá impedir la fractura jurídica y legal, pero es incapaz de entender que es mucho más importante evitar la fractura de sentimientos, afectos y emociones.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Gracias por compartir tus pensamientos con los demás, es un lujo, gracias Juan Carlos.

Juan Carlos Doncel Domínguez dijo...

Gracias a ti por leerlos y valorarlos. Un abrazo

Joselu dijo...

Coincido contigo en mi convicción y práctica lectora. Devoro libros con fruición. A veces acierto y a veces los dejo decepcionado. Hay libros que no entran por buenos que sean. Yo no pude con Vida y destino hace unas semanas. Leí unas cincuenta páginas y no deseé continuar. Necesitaba algo que focalizara más la atención sobre unos personajes definidos y no esa infinidad de focos dispersos que se irán luego concatenando, imagino. Tuve que dejar Doctor sueño de Stephen King y ayer abandoné uno sobre internet, Contra el rebaño digital. Leí pero no disfruté En la orilla de Rafael Chirbes. Por contra hay docenas de libros que me han interesado y algunos, cautivado. Cuando uno lee se encuentra con su estado emocional que le predispone a unas lecturas y no a otras. Leer es para mí una terapia maravillosa. Me inhibo del mundo o me sumerjo en él, según se mire. Mi último descubrimiento es una novela de John Williams que me pareció una obra maestra, Stoner. Es la historia de un gris profesor de literatura que se convierte en apasionante.

En cuanto a los temas políticos que has citado, uno los siente con un fatalismo extremo. Como el procesamiento al juez Elpidio Silva por meterse contra Miguel Blesa. Es tanto el asco que siento que prefiero ya ni hablar de ello. Cuando escucho a la cúpula dirigente del PP o de cualquier partido siento algo parecido a las náuseas, pero eso debe de ser una cuestión mía.

Un abrazo.

Juan Carlos Doncel Domínguez dijo...

¿Qué sería de nosotros sin libros?, como tú dices es una terapia maravillosa y, al contrario que la red, favorece la tranquilidad, la reflexión, crea ambientes relajados y no estresa. Para leer hace falta precisamente el ambiente contrapuesto al que rodea al mundo digital. Hace falta la pausa, se busca la lectura sin prisas, la relectura y un ambiente sosegado. La red son prisas, un consumo estresante de información, no hay tiempo para grandes lecturas, no hay tiempo para largas respuestas: hecho un vistazo por encima, leo fragmentos cortos, respondo rápido; es simplemente agobiante.
Por cierto, leeré Stoner de Williams, gracias por la propuesta. Saludos